la metacognición

5 estrategias para promover la metacognición en la educación 🧠

¿Buscas formas eficaces de mejorar el proceso de aprendizaje? La metacognición, la conciencia y comprensión del pensamiento, son valiosas habilidades que beneficiarán enormemente a los alumnos en toda su trayectoria académica.

Aplicando estas estrategias, los educadores capacitan para asumir el control del propio aprendizaje, desarrollando un avanzado pensamiento crítico. Está demostrado como existe una correlación directa entre la metacognición y un buen rendimiento.

Por si fuera poco, los estudiantes que son conscientes de su forma de aprender son más adaptables a la hora de enfrentar distintos desafíos con confianza. ¿Sabías que la metacognición no se desarrolla completamente hasta los 5 o 6 años?

No obstante, existen estrategias efectivas para cultivarla en cualquier momento, adaptando estas técnicas a distintos niveles. Así pues, sumérgete con nosotros en el mundo de la metacognición educativa para descubrir su gran poder transformador.

¿Qué es la metacognición?

La metacognición se refiere a la conciencia sobre los propios procesos de pensamiento, incluyendo la memoria, la atención o la manera de tomar decisiones. Implica la capacidad de supervisar estos procesos de inteligencia y su desarrollo para alcanzar tus metas académicas.

Mediante la metacognición educativa, cultivarás una comprensión más profunda. Participar en este tipo de actividades lleva a descubrir el camino a seguir en cuanto a las estrategias de aprendizaje, y también supone una gran mejora de la inteligencia emocional.

Por tanto, el objetivo de esta auto-concienciación es evaluar las necesidades educativas con eficacia, y hacer las consiguientes modificaciones para mejorar tu rendimiento progresivamente.

Según el psicólogo y teórico cognitivo John Flavell la metacognición es: “el control que tiene la persona de sus destrezas y procesos cognitivos, así como la habilidad para darse cuenta de estos”

Por eso, la aplicación de procesos metacognitivos proporciona la motivación y conocimiento necesarios para continuar aprendiendo a lo largo del tiempo, sin rendirse ante las posibles dificultades.

Ejemplos de metacognición en la educación

Los ejercicios de reflexión son ejemplos de metacognición educativa, en los que se pide a los alumnos que consideren detenidamente sus experiencias en las clases, y reconozcan puntos fuertes o áreas que requieren un mayor desarrollo.

Es tan sencillo como pasar un folio cada mes o semana en forma de cuestionario breve con preguntas del tipo: ¿En qué tareas debes invertir más tiempo hasta completarlas? ¿Con qué asignatura te has divertido más esta semana?

El establecimiento de objetivos SMART es otra forma de incorporar la metacognición. Implica crear objetivos específicos, alcanzables, relevantes y con un plazo determinado de forma personalizada.

La personalización es un elemento clave en la metacognición educativa, ya que no todo el mundo aprende de la misma manera. Existen distintos tipos de conocimientos que pueden estar más o menos agudizados en cada alumno según diversos factores: conocimiento conceptual, procedimental, empírico…

De esta forma, dirigen su atención hacia determinados resultados adaptados en vez de abrumarse, y lo que es más importante, se concentran en la progresión hasta alcanzarlos. Para ello, es esencial realizar una autorreflexión previa.

La clave es ir analizando y ajustando regularmente los objetivos. El docente debe prestar soporte, pero nunca imponer unos estándares determinados, ya que un enfoque de aprendizaje autogestionado fomenta el sentido de la propia responsabilidad.

Por otra parte, las técnicas de autocuestionamiento se incluyen dentro de la metacognición académica. Formularse preguntas sobre el material ayuda a los estudiantes a implicarse más con el contenido para comprenderlo realmente.

Preguntas de metacognición como: ¿Qué sé ya sobre este tema?, ¿Cómo se relaciona la información con lo que he aprendido antes?, ¿Por qué sé que esta información es correcta y, por tanto, es positivo retenerla?

Estos procesos metacognitivos no solo ayudan a retener la información, sino que también permiten establecer asociaciones entre distintos conceptos y aplicarlos a situaciones reales. Pero, sobre todo, escribir es una forma excelente de promover el pensamiento crítico.

Practicamos la metacognición cuando tenemos conciencia de la mayor dificultad para aprender un tema que otro, cuando comprendemos que tenemos que verificar un fenómeno antes de aceptarlo como un hecho, etc.”

Este fragmento se atribuye nuevamente al citado John Flavell, considerado como el padre de la metacognición en 1970. Según este experto y el artículo “La importancia de enseñarles a pensar” del Colegio CEU San Pablo, una de las claves está en que el docente comience a hacer mejores preguntas en lugar de dar tantas respuestas.

 Tipos de modalidades metacognitivas

Mejorar la capacidad de aprendizaje requiere una comprensión profunda de los distintos tipos de metacognición. A continuación, podrás conocer los más importantes:

Para empezar, el conocimiento autorreflexivo permite evaluar las acciones y experiencias propias de aprendizaje para identificar necesidades de mejora, así como reconocer los avances conseguidos.

Además, la fijación de objetivos destaca entre los procesos metacognitivos con el fin de proporcionar dirección en el camino. Como apuntaba antes, la clave es que estos sean realistas y coherentes con las necesidades personales de cada individuo.

Por su parte, la supervisión metacognitiva anima a los alumnos a ser conscientes del progreso para autoevaluarlo justamente.

Por último, debes saber que el concepto de autorregulación y metacognición están ligados, porque esta capacidad fomenta el aprendizaje independiente, para que el alumno sepa planificar su propio tiempo de estudio.

Esta dimensión se relaciona con el conocimiento procesual, que trata de comprender cuando y por qué se debe utilizar una determinada estrategia de estudio (establecer conexiones, leer repetidas veces, resumir el material…).

De esta manera, cada una de las dimensiones es complementaria de las demás. Para fijarse objetivos coherentes es imperativo saber con qué estrategias podrás lograrlo, y solo lo descubrirás a través de la autorreflexión.

Pero la metacognición también tiene mucho que ver con el concepto de “aprendizaje visible”. Este enfoque se centra en hacer que los contenidos puedan ser visualizados claramente por el alumno y el resto de su entorno, con el fin de acabar con la tradicional memorización superficial.

¿Cómo saber si estás avanzando correctamente a lo largo de las diferentes dimensiones? Cultivar los procesos metacognitivos lleva un tiempo y conlleva una progresión, pero la clave para guiarte está en seguir los pasos de la escalera de metacognición.

Es una representación conceptual de los diferentes niveles de desarrollo metacognitivo. Es habitual emplearla como una herramienta pedagógica para fomentar el desarrollo auto-contemplativo en los estudiantes:

  • Primera etapa: Conciencia básica de uno mismo
  • Segunda etapa: Autorregulación del aprendizaje
  • Tercera etapa: Reflexión crítica
  • Cuarta etapa: Transferencia de la habilidad a diversas situaciones cotidianas

5 estrategias para promover la metacognición en la educación

Un sistema de metacognición es un conjunto de procesos cognitivos y estrategias que puedes emplear para conocer, monitorear y regular tu propio pensamiento y, por tanto, tu aprendizaje.

En este sentido, existen cinco estrategias metacognitivas sencillas para comenzar a aplicar el enfoque. Así que, ¿por qué no exploras el potencial de tus alumnos y lo empleas en el cultivo de nuevas habilidades académicas?

Celebrar tutorías regularmente

Guiar a los alumnos en su viaje de aprendizaje gracias a tu experiencia no implica que tu consejo les limite, sino todo lo contrario. Programar tutorías regulares les muestra cómo te preocupas de cada caso.

Estos encuentros directos sirven de plataforma para resolver preguntas y explorar nuevos conceptos desde el punto de vista del aprendizaje personalizado. Además, los alumnos más reacios a hablar en público encuentran una oportunidad para aumentar el grado de participación.

Al asistir con regularidad, tus aprendices se sienten motivados para no desviarse de sus objetivos y avanzar hacia el dominio de la materia. La naturaleza estructurada de las tutorías garantiza que dispongan de un plazo fijo en el que reflexionar sobre su aprendizaje.

Por ello, en cada encuentro puedes proponer una pregunta personalizada que el estudiante tendrá que reflexionar y responder en la próxima tutoría. Pero es esencial que comprendan que esta práctica no supone un examen del progreso, sino una charla tranquila para compartir las percepciones sobre el curso académico.

La retroalimentación y la instrucción proporcionadas por expertos educativos, aunque no lo parezca, favorecen la autonomía. Porque en ningún momento el estudiante se siente obligado o limitado, sino con un mayor abanico de opciones entre las que escoger.  

En conclusión, programar tutorías regulares es un método poderoso hacia la metacognición. Proporcionan la orientación necesaria para construir la capacidad contemplativa. De este modo, podrás observar como el estudiante aprende a aprender.

Fomentar un ambiente de diálogo constructivo

No se puede subestimar el valor de las actividades colaborativas en términos de estrategias metacognitivas. Cuando los alumnos se disponen en parejas o grupos, tienen la oportunidad de entablar un diálogo significativo, y reflexionar sobre sus ideas para enriquecerlas con las del compañero.

Fomentar un ambiente seguro para expresarse con libertad es esencial. Es decir, todas las propuestas son válidas. Ofrecer la oportunidad de debatir sobre distintas temáticas, les da la oportunidad de contemplar su propio pensamiento de cerca mientras aprenden.

Además, no sólo se estimula la metacognición, sino también el crecimiento de habilidades comunicativas indispensables a lo largo de la vida, como la escucha activa o la tolerancia ante distintos puntos de vista.

Apostar por el aprendizaje autónomo

Apuesta por la educación autodirigida y capacita a tus alumnos para que tomen las riendas de su propio aprendizaje. Al fomentarlo, estás estimulando que se conviertan en pensadores independientes, con criterio propio.

Este enfoque les permite indagar en sus intereses, profundizar en temas que les apasionan de cara a la orientación vocacional. Utilizando diversos recursos y tecnologías, pueden personalizar su experiencia para comprometerse de verdad con el material.

Entre ellos te recomiendo plataformas colaborativas como Google Drive y OneDrive, o aplicaciones encargadas de organizar la vida académica como Studysmarter y Powerplaner. Introducir todas las utilidades de estos recursos puede hacerse a través de una sencilla clase demostrativa guiada por el docente.

El objetivo es que sean capaces de fijar sus propios objetivos, gestionar el tiempo y asumir la responsabilidad de los resultados obtenidos mientras cuentan con el apoyo necesario.

Es altamente recomendable dedicar varias clases antes, durante y tras cada periodo académico para mostrarles formas de auto-planificación o técnicas de estudio efectivas. Con el fin de favorecer la autonomía destaco las siguientes:

  • Transmisión mutua de conocimientos: Consiste en que varios alumnos se coloquen en grupos o en pareja para explicar lo que han aprendido a sus compañeros con sus propias palabras. Cada uno se encargará de un tema distinto.
  • Creación de exámenes por parte de los estudiantes: La idea es que cada uno aporte al menos 1 pregunta que tendrá que resolver el conjunto de sus compañeros. En lugar de: ¿Cuál es el único planeta habitable del Sistema Solar?, incítales a que pregunten: ¿Por qué sé que La Tierra es el único planeta habitable?
  • Autoevaluación reflexiva: Se reparten los exámenes al azar, ya terminados, y cada estudiante irá leyendo la pregunta con su consiguiente respuesta. Entonces, este tendrá que decidir si dar la contestación del compañero por correcta, en base a sus propios argumentos.
  • Grabaciones interactivas: Cada aprendiz deberá grabar su propia voz explicando un tema de la materia como lo haría un profesor, e introduciendo preguntas relacionadas entre medias. La clave es invitarles a escucharse varias veces para poder reflexionar acerca del contenido a la vez que lo retienen.

Proporcionar diarios de reflexión

Esta estrategia consiste en preparar un cuadernillo para cada alumno, personalizado por ti o comprado entre múltiples opciones online, con determinadas preguntas reflexivas sobre las clases y su propio aprendizaje.

De esta forma, a modo de diario, el alumno rellena con breves respuestas sus distintas impresiones durante cada día. La idea es que una vez al mes recojas los diarios para comprobar de primera mano aquellas áreas por mejorar o los objetivos logrados.

Otra modalidad es en la que el alumnado rellena sus reflexiones en un ejercicio libre, comentando el aspecto que crean oportuno cada día, con la extensión que prefieran. La única directriz es que intenten ser lo más sinceros posible.

Esta técnica no solo mejora progresivamente la autoconciencia y experiencia educativa, sino que también es muy útil a la hora de detectar posibles conflictos en clase, casos de bullying o dificultades en el aprendizaje que deberán tratarse más profundamente.

Los diarios reflexivos suponen una variante de las tutorías, más efectiva para recopilar mayor cantidad de información sin que el alumno se vea coartado por estar frente a su tutor. También es más sencillo que el profesor organice su trabajo.

Los estudiantes pueden tomarse el diario como una tarea más, en un formato con el que están familiarizados; además la escritura es una vía estupenda para desarrollar la metacognición y creatividad. No obstante, las tutorías son mejores para la comunicación entre profesor y alumno.

Proponer casos prácticos en la enseñanza

Al presentar escenarios y retos de la vida real, los educadores implican fácilmente a toda la clase. Deben tratarse de situaciones comunes para ellos, en las que exista algún tipo de desafío por solventar mediante la reflexión sobre lo estudiado.

A través de estas experiencias prácticas, individualizadas o en grupos, los alumnos obtienen valiosas perspectivas sobre las complejidades del tema, comprenden verdaderamente la materia y mejoran sus capacidades metacognitivas.

Esta conexión les ayuda a reconocer la importancia de la materia y por tanto les motiva a seguir investigando. Es lo que se denomina aprendizaje significativo, es decir, contextualizado en el entorno.

Conclusiones sobre las estrategias usadas para promover la metacognición en la educación

Diversas investigaciones han demostrado como la metacognición cumple un papel fundamental en la capacidad retentiva, resolutiva o en la comprensión lectora dentro de cualquier grupo de edad.

Por lo tanto, como habrás podido comprobar, la metacognición debe formar parte del proceso educativo actual. Te enseñará a establecer metas realistas y adaptadas con las que protagonizar tu aprendizaje para evolucionar académicamente.

Pero fuera de este ámbito, el autoconocimiento también supone un poderoso catalizador hacia el bienestar mental, la independencia o la gestión emocional. Recuerda que educar va mucho más alla de transmitir conocimientos teóricos.

En Mundana somos muy conscientes de ello, y por eso diseñamos nuestras clases particulares en torno al aprendizaje personalizado que implica la metacognición, con tutorías cercanas. Pero también reforzamos otros aspectos esenciales, como la autoconfianza, a lo largo del proceso.

Te invitamos a conocer toda nuestra oferta de cursos, congresos y seminarios para que puedas cumplir todas tus metas desde donde quieras y a tu ritmo, también puedes contactar con nosotros que con gusto te ayudaremos.

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